domingo, 12 de junio de 2016

Con O de Orgullo, con O de Orlando.

Triste


Triste es que tu orientación sexual sea algo que te ate.

Algo que te ate a unos prejuicios.

Algo que de a la gente el poder de creerse con derecho de mirarte y poder hacer diferencias sobre ti por el simple hecho de que te inclines hacia las personas de tu mismo sexo.

Algo que ya te haga diferente cuando realmente eres una simple persona más que se diferencia del resto por lo mismo que el resto de personas del mundo se diferencian unas de otras.

Triste es que 47 años después de que empezasen las protestas de Stonewall en Nueva York, la cosa siga coleando de esta forma tan atroz.

No podemos vendarnos los ojos.

Triste es que después de tantos años cada año se realice una fiesta, de la cual soy el primer partidario, ya que el fin de esta fiesta sigue siendo lamentablemente muy necesario.

En Stonewall comenzó una lucha por algo que se va logrando granito a granito.

Un castillo de arena que lleva mucho tiempo construyéndose gracias al trabajo de figuras que creyeron en la necesidad de que la discriminación, y lo que es peor... el derecho a la discriminación, por razones como la orientación sexual era algo que debía erradicarse.

Hoy es Triste que en uno de los países más desarrollados (aunque "conservadores" en aspectos como este) como es el caso de EEUU, se haya vivido un episodio tan atroz como el que cientos de personas han tenido que vivir en sus propias carnes en el pub Pulse y miles de millones hemos tenido que sentir en todo el mundo.

Nuevamente un sismo de odio, sinrazón, desigualdad discriminatoria y fanatismo egoísta de las creencias de seres (que aunque "hay que respetar a todo el mundo" yo no voy a respetar porque él y las personas que levantan muros de terror, como ha hecho él, no respetan mi vida ni la de miles de personas) que califico SIN NOMBRE, ha vuelto a azotar los cimientos de ese castillo que tanto trabajo está costando construir en este mundo.

No hablo de algo material y monárquico.

Tampoco de algo que aísle. 

Os hablo de un palacio de puertas abiertas en el que no se distinguiese a NADIE por entrar.

Un lugar donde darse de la mano y amar a quien te salga de las narices porque así lo sientas no sea motivo de burla o dé pie a la gente a creerse con derecho a criticarte.

Un lugar donde adjetivos como "maricón", "mariquita", "bujarra", "muerde almohadas", "chupapollas"... y una infinidad de insultos más sean algo de un pasado oscuro que jamás debió existir.

Un lugar donde estos actos se observen desde la perspectiva que hoy el 90% de la población mundial que conoce lo que fue el Holocausto y el dolor y terror que dejó consigo. Y si, hablo del 90% porque el ser humano es un ser tan ampliamente complicado que al parecer sigue habiendo gente sobre la faz de la tierra que comprende el fin con el que se llevaron a cabo los genocidios y no los ven como la atrocidad que realmente fueron ya que implicaron el sufrimiento de millones de personas.

Triste es que ese lugar aún lo escribamos como algo utópico.

Triste es que ese lugar siga siendo solo un deseo del que, episodios como el asesinato de personas en Orlando por el simple hecho de ser homosexuales, nos demuestre que estamos aún tan lejos.

Triste es que no nos demos realmente cuenta de que en nuestras manos está el cambiar esta situación.

Triste es que sea tan fácil, y que entre nosotros nos lo pongamos tan complicado.

Triste es que algo tan simple como amar, llegue a tener que ser algo que se deba esconder mientras hay tanta guerra y violencia a plena luz del día.

Triste, sí.

Es triste que se me escapen las lágrimas a mí, imaginándome ese castillo.

Solo espero que lleguemos a vivir todos en el algún día.

Y brindaremos por la gran cursilada que la violencia del ser humano me ha hecho escribir esta noche.

Porque ya hace falta más humanidad.

Más derecho para todos en igualdad.

Es triste seguir pidiéndolo.


Pero nosotros, también queremos LIBERTAD.

#LoveIsLove
#PrayForOrlando
#LGBT